Hay algo que se está volviendo cada vez más popular en los círculos cristianos "que tendrán una apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella" (2 Timoteo 3:5). La frase "¿Qué haría Jesús?" se ha vuelto un icono popular de la cultura cristiana, desplegado por todos lados desde remeras hasta juguetes. Lapiceras, placas y cuadros, todos despliegan el mensaje. Ha sido el tema de sermones y reuniones juveniles. Suena bien. Parece correcto, y sin embargo se trata más a menudo de una mascarada humanista que de cristiandad. Se le pide al ser humano, en su gran sabiduría, que decida cómo reaccionaría Jesús en cualquier situación dada de la vida.
Un lugar para pensamientos y reflexiones. Gracias por leerlos y compartirlos!!!
9 de noviembre de 2011
El capítulo 6!!!
En la iglesia cristiana primitiva, la religión era fuerte y vital, cambiaba las vidas tan completamente que la gente quedaba asombrada. Era una religión con poder.
Es en esto, en lo que las iglesias de nuestros días han fallado en mi membresía y violado la misma razón de su existencia. ¿Por qué es que las iglesias, todas las iglesias cristianas, tienen tantos nuevos conversos que las abandonan con repugnancia? ¿Por qué es que tan pocos jóvenes en las iglesias parecen continuar en la fe alguna vez? ¿Se ha detenido últimamente a formularse honestamente estas preguntas?
3 de noviembre de 2011
26 de octubre de 2011
Bueno, aquí vamos con el capítulo 4. Interesante la siguiente frase del autor:
"Sabía en mi fuero más íntimo que el evangelio no podía ser tan complicado como lo había hecho el hombre. El sentido común me dijo que el verdadero evangelio me salvaría de aquellas áreas de mi vida en las cuales mi fuerza de voluntad había sido inútil. Ese evangelio me proveería con un poder con el cual podría controlar mis sentimientos, pensamientos y mis pasiones. Mediante la guía del Señor había hecho muchos cambios en mi vida, y sin embargo todavía anhelaba paz con Dios. Todavía esperaba una completa seguridad de salvación."
12 de octubre de 2011
Aquí está el avance de capítulo 3 a disfrutarlo!!!
Ver capítulo 3
Una cristiana sabia escribió, "El Señor nunca obliga a realizar movimientos precipitados, complicados. Muchos acumulan sobre sí cargas que el misericordioso Padre celestial no colocó sobre ellos. Uno a otros se suceden precipitadamente los deberes que Dios nunca tuvo el propósito de que llevaran a cabo. Dios desea que comprendamos que no glorificamos su nombre cuando tomamos tantas cargas que nos hallamos oprimidos y, por haber cansado el corazón y el cerebro, nos irritamos, nos impacientamos y regañamos. Solo hemos de llevar las responsabilidades que el Señor nos da, confiando en él y manteniendo así nuestros corazones puros, dulces y llenos de simpatía" (Mensajes para los jóvenes, p. 133).
Ver capítulo 3
Una cristiana sabia escribió, "El Señor nunca obliga a realizar movimientos precipitados, complicados. Muchos acumulan sobre sí cargas que el misericordioso Padre celestial no colocó sobre ellos. Uno a otros se suceden precipitadamente los deberes que Dios nunca tuvo el propósito de que llevaran a cabo. Dios desea que comprendamos que no glorificamos su nombre cuando tomamos tantas cargas que nos hallamos oprimidos y, por haber cansado el corazón y el cerebro, nos irritamos, nos impacientamos y regañamos. Solo hemos de llevar las responsabilidades que el Señor nos da, confiando en él y manteniendo así nuestros corazones puros, dulces y llenos de simpatía" (Mensajes para los jóvenes, p. 133).
27 de septiembre de 2011
Bienvenid@s al capítulo 2 de este libro apasionante...
Aquí va un párrafo escogido del mismo...
Ver capítulo 2
-Pero mamá, ¿tengo que ir realmente? No me gusta ir a la iglesia. Nunca saco nada en limpio. Por supuesto, mi madre rehusó mi súplica, y encontré a mi yo involuntario asistiendo a los servicios de la iglesia cada fin de semana. La iglesia era tal carga para mí que debo confesar que hubo momentos en que me deslizaba por la parte de atrás de la iglesia, tomaba un boletín, y rápidamente salía al parque para esperar mientras se hacía la hora en que podría llegar de regreso a casa con la "evidencia" de mi asistencia.
No es que mis padres no lo hayan intentado. Ellos me enviaron a escuelas cristianas y me llevaban a la iglesia cada fin de semana, pero de alguna forma la iglesia era demasiado artificial, demasiado formal, demasiado aburrida para alcanzarme. Debía asistir, así que aprendí a una temprana edad a "jugar el juego", por así decirlo. Posiblemente usted lo conoce en persona y no porque fuera un miembro de mi iglesia que pudiera haberme me observado. Muchos profesos cristianos pasan por la mímica, haciendo lo que se espera, mostrándose de alguna manera buenos en el exterior, pero sabiendo que sus corazones no están allí. Puede ser que ni siquiera puedan explicarlo, pero sucede que no suple sus verdaderas necesidades, y sin embargo continúan el juego porque, bueno, es lo que "corresponde" hacer.
¿Te ha tocado vivir esta experiencia? ¿Cómo te sentías? ¿Cómo lograste superarla?...
20 de septiembre de 2011
Les comparto la cita inicial del capítulo 1:
¿Qué opinas al respecto?, ¿de qué depende evangelizar exitósamente?
Jim, ¿qué estás haciendo en este lugar perdido? -preguntó Warren. Pude leer sus pensamientos. Él estaba claramente convencido de que yo estaba malgastando mi vida en este paraje solitario en las montañas cuando podría estar ganando un montón de dinero allá abajo en la ciudad. Warren había venido para buscar una propiedad en este apartado lugar, y nos encontrábamos avanzando por el desparejo camino rural en mi camioneta, junto con Warren y su esposa embarazada, para buscarles una propiedad. -Bueno, Warren -comencé yo-, sabes, yo soy cristiano, y nosotros vinimos aquí porque... -¡No digas una palabra más, Jim! -me cortó bruscamente Warren- .Yo no soy un cristiano, y no creo en el cristianismo. ¡No quiero escuchar una palabra más sobre esto! La repentina fría hostilidad era inconfundible en cada rincón de mi vehículo. ¿Cómo puede Dios alcanzar a una persona como esta? Pensé. Sin embargo, me sentí constreñido a decir algo más y con una oración silenciosa dije: -Warren, todo lo que necesito es que me concedas un par de minutos y no diré una palabra más acerca del cristianismo. Warren, el Dios que he llegado a conocer en estas montañas, te ama tanto que aunque tú lo estés rechazando, algún día, cuando lo necesites, estará allí para ayudarte. Algún día ¡necesitarás de mi Dios! Si las cosas estaban frías en mi camioneta antes, después de estas palabras pasaron directamente a congelantes. Parecía que había empeorado las cosas por mis comentarios. Terminamos nuestro negocio y Warren partió, pero esta conversación me trajo a la memoria mi propio alejamiento de Dios. El eco de mis propias palabras resonó en mis oídos: "Algún día cuando lo necesites, él estará allí para ayudarte. Algún día necesitarás de mi Dios".
¿Qué opinas al respecto?, ¿de qué depende evangelizar exitósamente?
14 de septiembre de 2011
13 de septiembre de 2011
No tuve tiempo
Hoy es el primer día del resto de tu vida. (Anónimo)
No tuve tiempo!!! Te dice alguien que no pudo cumplir con lo prometido… es curioso, porque si hubiera tenido tiempo probablemente tampoco hubiera cumplido; porque no es tiempo lo que falta, en todo caso, lo que necesitamos es una mejor organización del tiempo… De todas maneras parece básico que para todo el que quiera vérselas con la optimización del tiempo debe saber al menos de qué se trata este asunto del tiempo… Time es Money dicen en inglés, pero para mí tiempo es vida, es existencia… tienes tiempo porque estás vivo, estás vivo porque puedes decidir (Ortega y Gasset). Claro está que hay un tiempo de tu vida que ya pasó, no lo puedes recuperar de ningún modo, tampoco es posible (al menos por ahora) acelerarnos y vivir en el futuro. En definitiva el único tiempo que tienes es el presente y que en tanto reflexionamos sobre él, ya pasó. Alguien ha dicho que la vida es eso que transcurre mientras estamos inmersos en asuntos “importantes” y parece que es así nomás. El problema es que, por lo general reflexionas sobre lo vivido cuando te queda poco tiempo... de vida. Vivir en esta tierra es estar atrapado en el tiempo presente. Lo único que posees es el presente, el aquí y el ahora. Todo lo demás no existe. El punto es que nuestra sociedad ha inventado dos maneras, muy bien disimuladas por cierto, de quitarnos la vida poco a poco. Es que no sería un buen negocio que toda la gente sea feliz. Y estas cuestiones tienen que ver con nuestra actitud hacia el tiempo. Según Dyer, si no estás conforme con lo que hiciste en el pasado arrastras contigo la culpabilidad (que ha sido por siempre una eficaz manera de doblegar y domesticar a las masas) te sientes culpable porque tu vida no es como te la imaginabas, tus relaciones familiares distan mucho de lo ideal, porque has perdido amistades y amores por tu carácter, porque heriste a muchos y ya no tuviste oportunidad de repararlo, porque no cuidas tu cuerpo, o tu cuerpo no es algo de lo cual te puedes sentir orgulloso/a o porque tu vida religiosa, espiritual o como lo quieras llamar es una hipocresía cabalgante… y la lista podría ser interminable. El punto es que sentirse culpable por cualquiera de estas cosas puede ser aceptado socialmente, pero no cambia nada. Lo que pasó, pasó… ya no puedes hacer nada al respecto. En el otro extremo tenemos que enfrentarnos con el futuro y naturalmente nuestra sociedad ha desarrollado una conducta tan nociva como la culpa para el pasado. Me refiero a la preocupación. Pre-ocupados, es decir estar ocupados antes de tiempo. Pero el que te preocupes y solamente eso, no alterará en nada el futuro. si eres joven te preguntas, ¿dónde vas a trabajar?, ¿de qué vas a vivir?, ¿con quién te casarás?, ¿qué oportunidades tendrás, o peor: ¿tendrás oportunidades? Si eres adulto, pensarás sobre tus hijos, la enfermedad de tu cónyuge, tu jubilación, cómo te las arreglarás para vivir cuando no tengas fuerzas… y aquí la lista también es inacabable… Durmamos tranquilos. Ni la culpabilidad ni la preocupación solucionan nada. En la sabiduría bíblica ambos comportamientos son desechados por formas más sanas de aprovechar nuestro tiempo. El perdón por una parte y el depositar nuestras ansiedades en Él que conoce y controla el tiempo, por otra. Al fin y al cabo nuestro tiempo de vida se reduce a tomar decisiones y más que eso no podemos hacer… lo cual pensándolo bien, no es poca cosa.
12 de septiembre de 2010
20 de diciembre de 2009
En esta oportunidad una entrevista apasionante que apareció en la versión online del diario EL PAÍS de España.
ENTREVISTA: Manuel Castells PROFESOR DE SOCIOLOGÍA
"EL PODER TIENE MIEDO DE INTERNET"
MILAGROS PÉREZ OLIVA 06/01/2008
Si alguien ha estudiado las interioridades de la sociedad de la información es el sociólogo Manuel Castells (Hellín, 1942). Su trilogía La era de la información: economía, sociedad y cultura ha sido traducida a 23 idiomas. Es uno de los primeros cerebros rescatados: volvió a España, a dirigir la investigación de la Universitat Oberta de Catalunya, en 2001, después de haber investigado e impartido clases durante 24 años en la Universidad de California, en Berkeley. Una de sus investigaciones más reciente es el Proyecto Internet Cataluña, en el que durante seis años ha analizado, mediante 15.000 entrevistas personales y 40.000 a través de la Red, los cambios que Internet introduce en la cultura y la organización social, y acaba de publicar, con Marina Subirats, Mujeres y hombres, ¿un amor imposible? (Alianza Editorial), donde aborda las consecuencias de estos cambios.
Pregunta. Esta investigación muestra que Internet no favorece el aislamiento, como muchos creen, sino que las personas que más chatean son las más sociables.
Respuesta. Sí. Para nosotros no es ninguna sorpresa. La sorpresa es que ese resultado haya sido una sorpresa. Hay por lo menos 15 estudios importantes en el mundo que dan ese mismo resultado.
P. ¿Por qué cree que la idea contraria se ha extendido con éxito?
R. Los medios de comunicación tienen mucho que ver. Todos sabemos que las malas noticias son más noticia. Usted utiliza Internet, y sus hijos, también; pero resulta más interesante creer que está lleno de terroristas, de pornografía... Pensar que es un factor de alienación resulta más interesante que decir: Internet es la extensión de su vida. Si usted es sociable, será más sociable; si no lo es, Internet le ayudará un poquito, pero no mucho. Los medios son en cierto modo la expresión de lo que piensa la sociedad: la cuestión es por qué la sociedad piensa eso.
P. ¿Por miedo a lo nuevo?
R. Exacto. Pero miedo, ¿de quién? De la vieja sociedad a la nueva, de los padres a sus hijos, de las personas que tienen el poder anclado en un mundo tecnológica, social y culturalmente antiguo, respecto de lo que se les viene encima, que no entienden ni controlan y que perciben como un peligro, y en el fondo lo es. Porque Internet es un instrumento de libertad y de autonomía, cuando el poder siempre ha estado basado en el control de las personas, mediante el de información y comunicación. Pero esto se acaba. Porque Internet no se puede controlar.
P. Vivimos en una sociedad en la que la gestión de la visibilidad en la esfera pública mediática, como la define John J. Thompson, se ha convertido en la principal preocupación de cualquier institución, empresa u organismo. Pero el control de la imagen pública requiere medios que sean controlables, y si Internet no lo es...
R. No lo es, y eso explica por qué los poderes tienen miedo de Internet. Yo he estado en no sé cuántas comisiones asesoras de gobiernos e instituciones internacionales en los últimos 15 años, y la primera pregunta que los gobiernos hacen siempre es: ¿cómo podemos controlar Internet? La respuesta es siempre la misma: no se puede. Puede haber vigilancia, pero no control.
P. Si Internet es tan determinante de la vida social y económica, ¿su acceso puede ser el principal factor de exclusión?
R. No, el más importante seguirá siendo el acceso al trabajo y a la carrera profesional, y antes el nivel educativo, porque, sin educación, la tecnología no sirve para nada. En España, la llamada brecha digital es por cuestión de edad. Los datos están muy claros: entre los mayores de 55 años, sólo el 9% son usuarios de Internet, pero entre los menores de 25 años, son el 90%.
P. ¿Es, pues, sólo una cuestión de tiempo?
R. Cuando mi generación haya desaparecido, no habrá brecha digital en el acceso. Ahora bien, en la sociedad de Internet, lo complicado no es saber navegar, sino saber dónde ir, dónde buscar lo que se quiere encontrar y qué hacer con lo que se encuentra. Y esto requiere educación. En realidad, Internet amplifica la más vieja brecha social de la historia, que es el nivel de educación. Que un 55% de los adultos no haya completado en España la educación secundaria, ésa es la verdadera brecha digital.
P. En esta sociedad que tiende a ser tan líquida, en expresión de Zygmunt Bauman, en que todo cambia constantemente, y que cada vez está más globalizada, ¿puede aumentar la sensación de inseguridad, de que el mundo se mueve bajo nuestros pies?
R. Hay una nueva sociedad que yo he intentado definir teóricamente con el concepto de sociedad-red, y que no está muy lejos de la que define Bauman. Yo creo que, más que líquida, es una sociedad en que todo está articulado de forma transversal y hay menos control de las instituciones tradicionales.
P. ¿En qué sentido?
R. Se extiende la idea de que las instituciones centrales de la sociedad, el Estado y la familia tradicional, ya no funcionan. Entonces se nos mueve todo el suelo a la vez. Primero, la gente piensa que sus gobiernos no la representan y no son fiables. Empezamos, pues, mal. Segundo, piensan que el mercado les va bien a los que ganan y mal a los que pierden. Como la mayoría pierde, hay una desconfianza hacia lo que la lógica pura y dura del mercado le pueda proporcionar a la gente. Tercero, estamos globalizados; esto quiere decir que nuestro dinero está en algún flujo global que no controlamos, que la población se ve sometida a unas presiones migratorias muy fuertes, de modo que cada vez es más difícil encerrar a la gente en una cultura o en unas fronteras nacionales.
P. ¿Qué papel desempeña Internet en este proceso?
R. Por un lado, al permitirnos acceder a toda la información, aumenta la incertidumbre, pero al mismo tiempo es un instrumento clave para la autonomía de las personas, y esto es algo que hemos demostrado por primera vez en nuestra investigación. Cuanto más autónoma es una persona, más utiliza Internet. En nuestro trabajo hemos definido seis dimensiones de autonomía, y hemos comprobado que cuando una persona tiene un fuerte proyecto de autonomía, en cualquiera de esas dimensiones, utiliza Internet con mucha más frecuencia e intensidad. Y el uso de Internet refuerza a la vez su autonomía. Pero, claro, cuanto más controla una persona su vida, menos se fía de las instituciones.
P. Y mayor puede ser su frustración por la distancia que hay entre las posibilidades teóricas de participación y las que ejercen en la práctica, que se limitan a votar cada cuatro años, ¿no cree?
R. Sí, hay un desfase enorme entre la capacidad tecnológica y la cultura política. Muchos municipios han puesto puntos Wi-Fi de acceso, pero si al mismo tiempo no son capaces de articular un sistema de participación, sirven para que la gente organice mejor sus propias redes, pero no para participar en la vida pública. El problema es que el sistema político no está abierto a la participación, al diálogo constante con los ciudadanos, a la cultura de la autonomía, y, por tanto, estas tecnologías lo que hacen es distanciar todavía más la política de la ciudadanía.
ENTREVISTA: Manuel Castells PROFESOR DE SOCIOLOGÍA
"EL PODER TIENE MIEDO DE INTERNET"
MILAGROS PÉREZ OLIVA 06/01/2008
Si alguien ha estudiado las interioridades de la sociedad de la información es el sociólogo Manuel Castells (Hellín, 1942). Su trilogía La era de la información: economía, sociedad y cultura ha sido traducida a 23 idiomas. Es uno de los primeros cerebros rescatados: volvió a España, a dirigir la investigación de la Universitat Oberta de Catalunya, en 2001, después de haber investigado e impartido clases durante 24 años en la Universidad de California, en Berkeley. Una de sus investigaciones más reciente es el Proyecto Internet Cataluña, en el que durante seis años ha analizado, mediante 15.000 entrevistas personales y 40.000 a través de la Red, los cambios que Internet introduce en la cultura y la organización social, y acaba de publicar, con Marina Subirats, Mujeres y hombres, ¿un amor imposible? (Alianza Editorial), donde aborda las consecuencias de estos cambios.
Pregunta. Esta investigación muestra que Internet no favorece el aislamiento, como muchos creen, sino que las personas que más chatean son las más sociables.
Respuesta. Sí. Para nosotros no es ninguna sorpresa. La sorpresa es que ese resultado haya sido una sorpresa. Hay por lo menos 15 estudios importantes en el mundo que dan ese mismo resultado.
P. ¿Por qué cree que la idea contraria se ha extendido con éxito?
R. Los medios de comunicación tienen mucho que ver. Todos sabemos que las malas noticias son más noticia. Usted utiliza Internet, y sus hijos, también; pero resulta más interesante creer que está lleno de terroristas, de pornografía... Pensar que es un factor de alienación resulta más interesante que decir: Internet es la extensión de su vida. Si usted es sociable, será más sociable; si no lo es, Internet le ayudará un poquito, pero no mucho. Los medios son en cierto modo la expresión de lo que piensa la sociedad: la cuestión es por qué la sociedad piensa eso.
P. ¿Por miedo a lo nuevo?
R. Exacto. Pero miedo, ¿de quién? De la vieja sociedad a la nueva, de los padres a sus hijos, de las personas que tienen el poder anclado en un mundo tecnológica, social y culturalmente antiguo, respecto de lo que se les viene encima, que no entienden ni controlan y que perciben como un peligro, y en el fondo lo es. Porque Internet es un instrumento de libertad y de autonomía, cuando el poder siempre ha estado basado en el control de las personas, mediante el de información y comunicación. Pero esto se acaba. Porque Internet no se puede controlar.
P. Vivimos en una sociedad en la que la gestión de la visibilidad en la esfera pública mediática, como la define John J. Thompson, se ha convertido en la principal preocupación de cualquier institución, empresa u organismo. Pero el control de la imagen pública requiere medios que sean controlables, y si Internet no lo es...
R. No lo es, y eso explica por qué los poderes tienen miedo de Internet. Yo he estado en no sé cuántas comisiones asesoras de gobiernos e instituciones internacionales en los últimos 15 años, y la primera pregunta que los gobiernos hacen siempre es: ¿cómo podemos controlar Internet? La respuesta es siempre la misma: no se puede. Puede haber vigilancia, pero no control.
P. Si Internet es tan determinante de la vida social y económica, ¿su acceso puede ser el principal factor de exclusión?
R. No, el más importante seguirá siendo el acceso al trabajo y a la carrera profesional, y antes el nivel educativo, porque, sin educación, la tecnología no sirve para nada. En España, la llamada brecha digital es por cuestión de edad. Los datos están muy claros: entre los mayores de 55 años, sólo el 9% son usuarios de Internet, pero entre los menores de 25 años, son el 90%.
P. ¿Es, pues, sólo una cuestión de tiempo?
R. Cuando mi generación haya desaparecido, no habrá brecha digital en el acceso. Ahora bien, en la sociedad de Internet, lo complicado no es saber navegar, sino saber dónde ir, dónde buscar lo que se quiere encontrar y qué hacer con lo que se encuentra. Y esto requiere educación. En realidad, Internet amplifica la más vieja brecha social de la historia, que es el nivel de educación. Que un 55% de los adultos no haya completado en España la educación secundaria, ésa es la verdadera brecha digital.
P. En esta sociedad que tiende a ser tan líquida, en expresión de Zygmunt Bauman, en que todo cambia constantemente, y que cada vez está más globalizada, ¿puede aumentar la sensación de inseguridad, de que el mundo se mueve bajo nuestros pies?
R. Hay una nueva sociedad que yo he intentado definir teóricamente con el concepto de sociedad-red, y que no está muy lejos de la que define Bauman. Yo creo que, más que líquida, es una sociedad en que todo está articulado de forma transversal y hay menos control de las instituciones tradicionales.
P. ¿En qué sentido?
R. Se extiende la idea de que las instituciones centrales de la sociedad, el Estado y la familia tradicional, ya no funcionan. Entonces se nos mueve todo el suelo a la vez. Primero, la gente piensa que sus gobiernos no la representan y no son fiables. Empezamos, pues, mal. Segundo, piensan que el mercado les va bien a los que ganan y mal a los que pierden. Como la mayoría pierde, hay una desconfianza hacia lo que la lógica pura y dura del mercado le pueda proporcionar a la gente. Tercero, estamos globalizados; esto quiere decir que nuestro dinero está en algún flujo global que no controlamos, que la población se ve sometida a unas presiones migratorias muy fuertes, de modo que cada vez es más difícil encerrar a la gente en una cultura o en unas fronteras nacionales.
P. ¿Qué papel desempeña Internet en este proceso?
R. Por un lado, al permitirnos acceder a toda la información, aumenta la incertidumbre, pero al mismo tiempo es un instrumento clave para la autonomía de las personas, y esto es algo que hemos demostrado por primera vez en nuestra investigación. Cuanto más autónoma es una persona, más utiliza Internet. En nuestro trabajo hemos definido seis dimensiones de autonomía, y hemos comprobado que cuando una persona tiene un fuerte proyecto de autonomía, en cualquiera de esas dimensiones, utiliza Internet con mucha más frecuencia e intensidad. Y el uso de Internet refuerza a la vez su autonomía. Pero, claro, cuanto más controla una persona su vida, menos se fía de las instituciones.
P. Y mayor puede ser su frustración por la distancia que hay entre las posibilidades teóricas de participación y las que ejercen en la práctica, que se limitan a votar cada cuatro años, ¿no cree?
R. Sí, hay un desfase enorme entre la capacidad tecnológica y la cultura política. Muchos municipios han puesto puntos Wi-Fi de acceso, pero si al mismo tiempo no son capaces de articular un sistema de participación, sirven para que la gente organice mejor sus propias redes, pero no para participar en la vida pública. El problema es que el sistema político no está abierto a la participación, al diálogo constante con los ciudadanos, a la cultura de la autonomía, y, por tanto, estas tecnologías lo que hacen es distanciar todavía más la política de la ciudadanía.
24 de noviembre de 2009
Un mundo… pero mejor!
Muchas personas quieren un mundo mejor… Mejor para qué o para quienes? seguramente tú, como cualquier persona normal, puedes percibir que este mundo actual no es el mejor de los mundos posibles como alguien afirma por ahí… Un mundo mejor evidentemente implicaría varios cambios sustanciales, pero… no puedo evitar preguntarte y preguntarme, ¿por qué deseamos un mundo mejor?
Es interesante escuchar las razones de la gente cuando intenta responder esta pregunta. Palabras más palabras menos argumentan: Bueno, un nuevo mundo (léase nueva tierra para los creyentes) sería fantástico porque ya no habría sufrimiento, ni muerte, ni dolor, ni ricos (aquellos que tienen más que yo obviamente), ni pobres (aquellos que siempre me están pidiendo algo), ni ladrones, ni policía, ni políticos, ni abusadores, ni negros (o blancos, tachar lo que no corresponda), ni… mis vecinos o semejantes, en fin. Un mundo ideal sería aquel en que la paz y el bienestar me rodean constantemente dándome calidez y seguridad. Pero en el fondo de la cuestión lo preocupante es que en cada una de estas razones, lo que estamos diciendo es que buscamos un mundo en donde YO esté mejor, donde YO sea feliz, donde YO no tenga que encontrarme con la gente que detesto… ¿se entiende? Lo paradójico de esto es que si todavía no tenemos ese mundo anhelado probablemente se deba a que desear un mundo donde se evite todo aquello que me incomoda es la peor de las motivaciones.
Pero más acuciante aún es la pregunta: ¿cambiará alguna vez este mundo? Me parece que sí. Pero te admito que en este momento sentado frente a mi computadora no puedo precisar con seguridad cuándo sucederá…
Sin embargo es inevitable especular en las posibilidades actuales de un cambio en el mundo...
Quizás pensamos en un mundo pacífico?… malas noticias, nunca ha existido, es más parece que los tiempos de guerra han sido abrumadoramente mayores. La historia está llena de relatos donde unos matan a otros (los quitan del mundo) simplemente porque no piensan igual que ellos o no aceptan sus prerrogativas, lo cual en esta vida, parece ser razón suficiente para tomar represalias contra otro ser humano.
Un mundo de felicidad? Bien, es un buen slogan para las fiestas de fin de año, pero mientras haya niños que se acuestan con hambre es imposible…
Un mundo de igualdad de oportunidades? es una utopía… que yo pueda escribir y tú leerme ya nos sitúa en una posición privilegiada con respecto a millones, sí; millones de otros seres humanos contemporáneos que no tienen acceso a una computadora y menos a Internet.
Pero hay esperanza, las profecías apocalípticas aseguran que habrá cambios y lo creo. Fundamentalmente porque son concluyentes, aseguran que cambiará el mundo real (que en rigor de verdad no es lo más importante) pero además cambiará el mundo interior de las personas, ésa es la diferencia…
Muchas personas quieren un mundo mejor… Mejor para qué o para quienes? seguramente tú, como cualquier persona normal, puedes percibir que este mundo actual no es el mejor de los mundos posibles como alguien afirma por ahí… Un mundo mejor evidentemente implicaría varios cambios sustanciales, pero… no puedo evitar preguntarte y preguntarme, ¿por qué deseamos un mundo mejor?
Es interesante escuchar las razones de la gente cuando intenta responder esta pregunta. Palabras más palabras menos argumentan: Bueno, un nuevo mundo (léase nueva tierra para los creyentes) sería fantástico porque ya no habría sufrimiento, ni muerte, ni dolor, ni ricos (aquellos que tienen más que yo obviamente), ni pobres (aquellos que siempre me están pidiendo algo), ni ladrones, ni policía, ni políticos, ni abusadores, ni negros (o blancos, tachar lo que no corresponda), ni… mis vecinos o semejantes, en fin. Un mundo ideal sería aquel en que la paz y el bienestar me rodean constantemente dándome calidez y seguridad. Pero en el fondo de la cuestión lo preocupante es que en cada una de estas razones, lo que estamos diciendo es que buscamos un mundo en donde YO esté mejor, donde YO sea feliz, donde YO no tenga que encontrarme con la gente que detesto… ¿se entiende? Lo paradójico de esto es que si todavía no tenemos ese mundo anhelado probablemente se deba a que desear un mundo donde se evite todo aquello que me incomoda es la peor de las motivaciones.
Pero más acuciante aún es la pregunta: ¿cambiará alguna vez este mundo? Me parece que sí. Pero te admito que en este momento sentado frente a mi computadora no puedo precisar con seguridad cuándo sucederá…
Sin embargo es inevitable especular en las posibilidades actuales de un cambio en el mundo...
Quizás pensamos en un mundo pacífico?… malas noticias, nunca ha existido, es más parece que los tiempos de guerra han sido abrumadoramente mayores. La historia está llena de relatos donde unos matan a otros (los quitan del mundo) simplemente porque no piensan igual que ellos o no aceptan sus prerrogativas, lo cual en esta vida, parece ser razón suficiente para tomar represalias contra otro ser humano.
Un mundo de felicidad? Bien, es un buen slogan para las fiestas de fin de año, pero mientras haya niños que se acuestan con hambre es imposible…
Un mundo de igualdad de oportunidades? es una utopía… que yo pueda escribir y tú leerme ya nos sitúa en una posición privilegiada con respecto a millones, sí; millones de otros seres humanos contemporáneos que no tienen acceso a una computadora y menos a Internet.
Pero hay esperanza, las profecías apocalípticas aseguran que habrá cambios y lo creo. Fundamentalmente porque son concluyentes, aseguran que cambiará el mundo real (que en rigor de verdad no es lo más importante) pero además cambiará el mundo interior de las personas, ésa es la diferencia…
4 de noviembre de 2009
UN MUNDO, UNA VIDA
Si la vida no es fácil, quizá se deba a que el mundo, donde se desarrolla la vida es difícil. El mundo transcurre en el tiempo. La vida es tiempo. El mundo constituye un elemento intrínseco a la vida, a mi vida. Entonces podríamos decir que tenemos un mundo y una vida, pero más estrictamente, el mundo de mi vida que se desarrolla en el tiempo. Hay millones de mundos, tantos como personas vivientes. Pero asombrosamente estamos perdiendo nuestro mundo (mundo interior, donde nuestros sueños y anhelos perviven) o peor aún, lo estamos vendiendo, por poca cosa, porque nadie nos dijo cuánto era su valor, y esto para poder adquirir… ¡otro mundo! Queremos vivir el mundo de otro, será por eso el impacto escalofriante de los reality shows? Y al estar sin mundo adoptamos el mundo de otros, nos identificamos con otros mundos y estos mundos nos invaden y destruyen no solamente nuestro mundo sino nuestro tiempo, nuestra vida. Pasamos a vivir vidas prestadas lo cual equivale a sobrevivir sin mundo, sin mundo interior, sin lugar, y el tiempo pasa... inexorable.
El tiempo se mueve hacia la nada y arrastra nuestra existencia con él, y solamente nos quedan dos opciones: no hacer nada y caminar resignadamente al ocaso de nuestra vida y al final de nuestro tiempo, o bien reaccionar ante lo inexorable y morir peleando por la utopía. Y esto es lo que nos hace diferentes. Porque cuando dejamos de preocuparnos por cultivar nuestro mundo interior y sabido es que un mundo descuidado, se deteriora, se degrada, se pudre… entonces se vuelve inhabitable y somos inmundos. Y lo inmundo está fuera del mundo, inerte, muerto… Sin embargo, “no todo está perdido” dice Fito Páez desde su canción, porque afortunadamente Alguien descendió para dar vida al mundo… pero ¿a qué mundo? Jesús lo dijo claramente cuando llamó a los “iluminados” de su época sepulcros blanqueados. Debido a que por fuera lucen hermosos pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de podredumbre (Mt. 23:27). La buena nueva es que así como los árboles renacen en cada primavera, nuestro mundo interior puede recibir vida nuevamente.
Naturalmente, hay un mundo allá afuera, pero tu vida interior es más relevante porque tu mundo interno reconfigura la forma en que te relacionas con todo aquello que está fuera de ti. De modo que no existen dos mundos separados como sostenía la filosofía antigua. Esto es, un mundo de las ideas (mente, corazón, etc.) y un mundo real, concreto y tangible. Hay un solo mundo así como una sola vida y un solo tiempo. Si tu mundo interior está recreado el mundo exterior se regenerará solo. Si no somos capaces de cuidar el mundo exterior, (piensa en la basura que tiramos descuidadamente y que daña el mundo) es porque de alguna forma nuestro mundo interior es un basural… basura adentro, basura afuera, damos lo que tenemos. Pareciera entonces que hay un mundo que salvar, tal vez no hemos sabido hacerlo… pero es necesario recuperar el mundo interno, descubrir que hay vida interna y que es posible un mundo mejor… (aunque para ello sea necesario esperar una nueva tierra) que si estamos en este mundo es porque todavía hay tiempo para creer en las utopías y manifestarlo en tu vida cotidiana.
Jorge Trisca
Si la vida no es fácil, quizá se deba a que el mundo, donde se desarrolla la vida es difícil. El mundo transcurre en el tiempo. La vida es tiempo. El mundo constituye un elemento intrínseco a la vida, a mi vida. Entonces podríamos decir que tenemos un mundo y una vida, pero más estrictamente, el mundo de mi vida que se desarrolla en el tiempo. Hay millones de mundos, tantos como personas vivientes. Pero asombrosamente estamos perdiendo nuestro mundo (mundo interior, donde nuestros sueños y anhelos perviven) o peor aún, lo estamos vendiendo, por poca cosa, porque nadie nos dijo cuánto era su valor, y esto para poder adquirir… ¡otro mundo! Queremos vivir el mundo de otro, será por eso el impacto escalofriante de los reality shows? Y al estar sin mundo adoptamos el mundo de otros, nos identificamos con otros mundos y estos mundos nos invaden y destruyen no solamente nuestro mundo sino nuestro tiempo, nuestra vida. Pasamos a vivir vidas prestadas lo cual equivale a sobrevivir sin mundo, sin mundo interior, sin lugar, y el tiempo pasa... inexorable.
El tiempo se mueve hacia la nada y arrastra nuestra existencia con él, y solamente nos quedan dos opciones: no hacer nada y caminar resignadamente al ocaso de nuestra vida y al final de nuestro tiempo, o bien reaccionar ante lo inexorable y morir peleando por la utopía. Y esto es lo que nos hace diferentes. Porque cuando dejamos de preocuparnos por cultivar nuestro mundo interior y sabido es que un mundo descuidado, se deteriora, se degrada, se pudre… entonces se vuelve inhabitable y somos inmundos. Y lo inmundo está fuera del mundo, inerte, muerto… Sin embargo, “no todo está perdido” dice Fito Páez desde su canción, porque afortunadamente Alguien descendió para dar vida al mundo… pero ¿a qué mundo? Jesús lo dijo claramente cuando llamó a los “iluminados” de su época sepulcros blanqueados. Debido a que por fuera lucen hermosos pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de podredumbre (Mt. 23:27). La buena nueva es que así como los árboles renacen en cada primavera, nuestro mundo interior puede recibir vida nuevamente.
Naturalmente, hay un mundo allá afuera, pero tu vida interior es más relevante porque tu mundo interno reconfigura la forma en que te relacionas con todo aquello que está fuera de ti. De modo que no existen dos mundos separados como sostenía la filosofía antigua. Esto es, un mundo de las ideas (mente, corazón, etc.) y un mundo real, concreto y tangible. Hay un solo mundo así como una sola vida y un solo tiempo. Si tu mundo interior está recreado el mundo exterior se regenerará solo. Si no somos capaces de cuidar el mundo exterior, (piensa en la basura que tiramos descuidadamente y que daña el mundo) es porque de alguna forma nuestro mundo interior es un basural… basura adentro, basura afuera, damos lo que tenemos. Pareciera entonces que hay un mundo que salvar, tal vez no hemos sabido hacerlo… pero es necesario recuperar el mundo interno, descubrir que hay vida interna y que es posible un mundo mejor… (aunque para ello sea necesario esperar una nueva tierra) que si estamos en este mundo es porque todavía hay tiempo para creer en las utopías y manifestarlo en tu vida cotidiana.
Jorge Trisca
18 de septiembre de 2009
Vivir… ¿para qué?
Decía Scott Peck “la vida no es fácil” y yo añadiría, “tampoco es fácil, vivir” o coincidiendo con Barylko lo dificultoso es “saber vivir”. El punto es que a veces la vida se nos escurre de las manos y tal vez ni siquiera nos hemos dado cuenta que tenemos vida, que extraño!!! La paradoja de la existencia humana: vivir sin vivir…
Estamos viviendo y a la vez no vivimos, porque a veces quedamos anclados en el pasado re-viviendo acontecimientos que ya no están y otras nos des-vivimos esperando en el futuro. Quizás nuestro mayor problema consiste en que no sabemos bien, qué hacer con nuestra vidas. Debido a esto o quizás como consecuencia de ello, es que puedes ver a multitudes de jóvenes descomprometiéndose de sus responsabilidades para consigo mismos y copian alegremente estilos de vida prestados de algún deportista, cantante famoso o famosa a tal punto que se “des – viven” por ser como ellos.
Considero que la mayoría de la gente tiene el mismo problema: cómo vivir o qué hacer con esto que llamamos “vida”. En pocas palabras, todos recibimos la vida pero en muchos casos no llegamos a comprender cuál sea exactamente la función de la misma. No llegamos a captar plenamente lo que implica darle sentido a nuestra vida. Es más, Carl Jung asegura que el no tener un sentido para la vida pareciera ser la neurosis de nuestro tiempo. Kushner señala que nos revelamos al proceso biológico de nacer, crecer, reproducirse y morir. De alguna manera creemos que tiene que haber algo más…
Tengo la impresión de que muchas de nuestras adicciones tienen que ver con embotar nuestras mentes para no confrontarnos con la triste realidad de que no sabemos para qué vivimos. Encontrar una razón para vivir, en eso consiste aparentemente la vida. Víktor Frankl reconocía que él sobrevivió a los campos de concentración nazi porque se había propuesto escribir un libro y eso lo mantuvo con vida a pesar de las crueldades sobrehumanas a la que fue expuesto junto a otras personas. De alguna manera, que tengas un sentido para vivir te hace fuerte para sobrellevar las desgracias de la vida (aunque suene a ironía).
Por otra parte, cuando Jesús habla de que Él es la vida, está estableciendo una nueva perspectiva. La vida se centra no en sí misma como un elemento que nos trasciende, sino en otra u otras personas. Sabemos que estamos vivos porque los otros nos los dicen de muchos modos. Pero no cualquier otro sino aquel que nos ama… Esa es la clave, vivir es amar, si has perdido la capacidad de amar, estás muerto… Si amas es porque tienes alguien a quien amar y curiosamente ese alguien sabe que vives… para él o ella.
Jorge Trisca
Decía Scott Peck “la vida no es fácil” y yo añadiría, “tampoco es fácil, vivir” o coincidiendo con Barylko lo dificultoso es “saber vivir”. El punto es que a veces la vida se nos escurre de las manos y tal vez ni siquiera nos hemos dado cuenta que tenemos vida, que extraño!!! La paradoja de la existencia humana: vivir sin vivir…
Estamos viviendo y a la vez no vivimos, porque a veces quedamos anclados en el pasado re-viviendo acontecimientos que ya no están y otras nos des-vivimos esperando en el futuro. Quizás nuestro mayor problema consiste en que no sabemos bien, qué hacer con nuestra vidas. Debido a esto o quizás como consecuencia de ello, es que puedes ver a multitudes de jóvenes descomprometiéndose de sus responsabilidades para consigo mismos y copian alegremente estilos de vida prestados de algún deportista, cantante famoso o famosa a tal punto que se “des – viven” por ser como ellos.
Considero que la mayoría de la gente tiene el mismo problema: cómo vivir o qué hacer con esto que llamamos “vida”. En pocas palabras, todos recibimos la vida pero en muchos casos no llegamos a comprender cuál sea exactamente la función de la misma. No llegamos a captar plenamente lo que implica darle sentido a nuestra vida. Es más, Carl Jung asegura que el no tener un sentido para la vida pareciera ser la neurosis de nuestro tiempo. Kushner señala que nos revelamos al proceso biológico de nacer, crecer, reproducirse y morir. De alguna manera creemos que tiene que haber algo más…
Tengo la impresión de que muchas de nuestras adicciones tienen que ver con embotar nuestras mentes para no confrontarnos con la triste realidad de que no sabemos para qué vivimos. Encontrar una razón para vivir, en eso consiste aparentemente la vida. Víktor Frankl reconocía que él sobrevivió a los campos de concentración nazi porque se había propuesto escribir un libro y eso lo mantuvo con vida a pesar de las crueldades sobrehumanas a la que fue expuesto junto a otras personas. De alguna manera, que tengas un sentido para vivir te hace fuerte para sobrellevar las desgracias de la vida (aunque suene a ironía).
Por otra parte, cuando Jesús habla de que Él es la vida, está estableciendo una nueva perspectiva. La vida se centra no en sí misma como un elemento que nos trasciende, sino en otra u otras personas. Sabemos que estamos vivos porque los otros nos los dicen de muchos modos. Pero no cualquier otro sino aquel que nos ama… Esa es la clave, vivir es amar, si has perdido la capacidad de amar, estás muerto… Si amas es porque tienes alguien a quien amar y curiosamente ese alguien sabe que vives… para él o ella.
Jorge Trisca
28 de agosto de 2009
Los consejos de Fernando Parrado, sobreviviente de los Andes"Lo importante viene después del trabajo"
Conmovió a 2500 ejecutivos en ExpoManagement con una recomendación: apoyarse en la familia
lanacion.com | Economía | Jueves 30 de octubre de 2008
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