UN MUNDO, UNA VIDA
Si la vida no es fácil, quizá se deba a que el mundo, donde se desarrolla la vida es difícil. El mundo transcurre en el tiempo. La vida es tiempo. El mundo constituye un elemento intrínseco a la vida, a mi vida. Entonces podríamos decir que tenemos un mundo y una vida, pero más estrictamente, el mundo de mi vida que se desarrolla en el tiempo. Hay millones de mundos, tantos como personas vivientes. Pero asombrosamente estamos perdiendo nuestro mundo (mundo interior, donde nuestros sueños y anhelos perviven) o peor aún, lo estamos vendiendo, por poca cosa, porque nadie nos dijo cuánto era su valor, y esto para poder adquirir… ¡otro mundo! Queremos vivir el mundo de otro, será por eso el impacto escalofriante de los reality shows? Y al estar sin mundo adoptamos el mundo de otros, nos identificamos con otros mundos y estos mundos nos invaden y destruyen no solamente nuestro mundo sino nuestro tiempo, nuestra vida. Pasamos a vivir vidas prestadas lo cual equivale a sobrevivir sin mundo, sin mundo interior, sin lugar, y el tiempo pasa... inexorable.
El tiempo se mueve hacia la nada y arrastra nuestra existencia con él, y solamente nos quedan dos opciones: no hacer nada y caminar resignadamente al ocaso de nuestra vida y al final de nuestro tiempo, o bien reaccionar ante lo inexorable y morir peleando por la utopía. Y esto es lo que nos hace diferentes. Porque cuando dejamos de preocuparnos por cultivar nuestro mundo interior y sabido es que un mundo descuidado, se deteriora, se degrada, se pudre… entonces se vuelve inhabitable y somos inmundos. Y lo inmundo está fuera del mundo, inerte, muerto… Sin embargo, “no todo está perdido” dice Fito Páez desde su canción, porque afortunadamente Alguien descendió para dar vida al mundo… pero ¿a qué mundo? Jesús lo dijo claramente cuando llamó a los “iluminados” de su época sepulcros blanqueados. Debido a que por fuera lucen hermosos pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de podredumbre (Mt. 23:27). La buena nueva es que así como los árboles renacen en cada primavera, nuestro mundo interior puede recibir vida nuevamente.
Naturalmente, hay un mundo allá afuera, pero tu vida interior es más relevante porque tu mundo interno reconfigura la forma en que te relacionas con todo aquello que está fuera de ti. De modo que no existen dos mundos separados como sostenía la filosofía antigua. Esto es, un mundo de las ideas (mente, corazón, etc.) y un mundo real, concreto y tangible. Hay un solo mundo así como una sola vida y un solo tiempo. Si tu mundo interior está recreado el mundo exterior se regenerará solo. Si no somos capaces de cuidar el mundo exterior, (piensa en la basura que tiramos descuidadamente y que daña el mundo) es porque de alguna forma nuestro mundo interior es un basural… basura adentro, basura afuera, damos lo que tenemos. Pareciera entonces que hay un mundo que salvar, tal vez no hemos sabido hacerlo… pero es necesario recuperar el mundo interno, descubrir que hay vida interna y que es posible un mundo mejor… (aunque para ello sea necesario esperar una nueva tierra) que si estamos en este mundo es porque todavía hay tiempo para creer en las utopías y manifestarlo en tu vida cotidiana.
Jorge Trisca
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