16 de abril de 2009

Bien, en esta oportunidad les presento este artículo extraído del Diario La Nación (Argentina)

Miércoles 8 de agosto de 2007 | Publicado en edición impresa

Intelectuales del mundo

"Los jóvenes saben más que sus maestros"

Nicholas Burbules habla de la tecnología en el aula

Nicholas Burbules, doctor en Filosofía de la Educación de la Universidad de Stanford, afirma que atravesamos un momento histórico único porque “hoy los jóvenes saben más que los docentes sobre las tecnologías de la comunicación”. Y va más allá: “Si los profesores midieran la cantidad de horas que los jóvenes pasan trabajando en sus blogs, deberían preguntarse si ellos pueden reunir tanta energía y volcarla en una actividad de aprendizaje”.

El desafío de los educadores, resume, es tomar esa creatividad y usarla para sus propuestas.

Provocador, este profesor del Departamento de Estudios sobre Política Educacional de la Universidad de Illinois, Estados Unidos, se preguntó, durante su reciente visita a la Argentina, si tiene sentido comprar miles de computadoras para las escuelas, cuando la tecnología que eligen los jóvenes es la de los celulares. Sostiene que allí hay un "potencial educativo que no está siendo utilizado." En diálogo con LA NACION, Burbules reflexiona acerca de los riesgos y las oportunidades de un mundo en el que la tecnología marca los nuevos modos de enseñar, de aprender, de participar, de hacer política. Describe a la tecnología como ubicua. "Se encuentra en todas partes: tiendas, colegios, bibliotecas, casas; siempre está con la gente." Afirma que necesitamos entender la curiosidad de la gente joven y ayudarla a comprender sus elecciones y las consecuencias que ellas tienen.

Burbules es autor de numerosas obras, que son bibliografía de referencia para los estudiosos de estos temas. Entre ellas se destaca Educación: riesgos y promesas de las tecnologías de la información (en colaboración con Thomas Callister).

-¿Cuáles son los riesgos a los que nos exponen las nuevas tecnologías de la comunicación?

-Estamos sometidos a un sistema de vigilancia cada vez mayor. Muchos jóvenes utilizan Internet para subir información personal. Posiblemente, no piensan en lo que puede suceder años después. Es riesgoso. Hay mucha gente que está todo el tiempo buscando esa información en la Web. Es común en Estados Unidos que, cuando una persona se postula para un trabajo o para ingresar en la universidad, los responsables de definir su ingreso googleen su nombre buscando los antecedentes y utilicen esa información para tomar la decisión. Es información pública y piensan que tienen derecho a utilizarla, pero tal vez fue puesta en la Red varios años atrás.

-Si subir información a la Web es un riesgo, ¿cómo deberíamos manejarnos?

-Los riesgos y las promesas siempre van de la mano. En la clase tradicional, las actividades son vistas por dos personas: el alumno, que las hace, y el profesor, que las lee, las califica y las devuelve. Y eso es todo. Pero ahora los alumnos hacen cosas que pueden ser publicadas y vistas por miles de personas. Es una manera muy diferente de pensar. Si los profesores miden la cantidad de horas que los jóvenes pasan trabajando en sus blogs , deberían pensar: "Si yo pudiera conseguir esa energía y ponerla en una actividad de aprendizaje..."

-¿Se están formando docentes capaces de introducir las nuevas tecnologías?

-Estamos en un momento histórico único, en el que los alumnos saben más que los docentes. Entonces, el profesor tiene que establecer una nueva manera de relacionarse, porque el alumno puede ayudarlo a enseñar. Si los profesores prestan atención, pueden entender lo que al estudiante le interesa y comprender lo que está haciendo. La tecnología debe ser simplemente una parte de la tarea de enseñar. Si esto sucede, los docentes no se van a preguntar cómo deben utilizar una computadora. Simplemente interactuarán con su área de conocimiento.

-¿Conoce el proyecto OLPC, One Laptop Per Child, promovido por Nicholas Negroponte, que impulsa el Ministerio de Educación de la Argentina?

-No sé mucho acerca del proyecto, pero si uno va a invertir un millón de dólares para comprar computadoras debe preguntarse si ésa es la mejor manera de gastar el dinero. El verdadero desafío para los educadores es pensar dónde están y hacia dónde se dirigen los jóvenes. Porque nosotros los estamos siguiendo a ellos. El otro día me enteré de que en Estados Unidos muchos jóvenes consideran el correo electrónico una tecnología vieja. No lo usan más: usan mensajes de texto instantáneos. ¿Hacia dónde se dirigen los jóvenes? Lo que sabemos es que lo que ellos tienen en el bolsillo es un celular . Tal vez antes de gastar dinero deberíamos preguntarnos si no deberíamos usar esa tecnología.

-Los estudiantes de Santiago, Chile, organizaron una revuelta pocos meses atrás utilizando blogs y mensajes de texto.

-Justamente, ésta es la cuestión. Un teléfono celular no es simplemente un teléfono celular. Es útil para enviar mensajes de texto, es una cámara, un video, un grabador, reproduce música. Entonces hay que pensar en todos los usos que para la educación podrían existir a través de esta tecnología, que es mucho más barata que una laptop y que los chicos ya tienen.

-¿Será el celular la tecnología que marque la evolución de la lengua escrita, a través de los mensajes de texto?

-No lo sé. En general, la gente distingue cómo habla o escribe según el contexto. Puede suceder que para mandar mensajes de texto utilice un código, pero cuando escribe para postularse para un trabajo usa una lengua formal. Para mí lo más interesante de los mensajes de texto es que es un lenguaje totalmente inventado. Cuando las compañías desarrollaron los teléfonos celulares, discutían si iban a desarrollar la capacidad de mandar mensajes de texto a través del teléfono celular. Se preguntaban para qué mandar a alguien un mensaje de texto cuando uno tiene el aparato en su mano y podría simplemente hablar. Las cosas no funcionaron así. Los jóvenes son los líderes. Ellos están inventando este lenguaje. Hay una lección ahí para los educadores acerca de la creatividad de la inteligencia colectiva de la gente joven.

-¿Qué sugerencias daría a los padres para evitar que los jóvenes se expusieran a los riesgos de Internet?

-La mayoría de los padres se sienten confundidos, amenazados porque no saben qué están haciendo los chicos. Una de las respuestas de los adultos es la prohibición, usar un filtro, desenchufar la computadora. Pero no hay ninguna medida para prevenir que la gente joven use esta tecnología. Lo que necesitamos es entender la curiosidad de la gente joven, ayudarla a comprender sus elecciones y las consecuencias de sus decisiones. Las soluciones son educativas, no técnicas.

-¿Cómo modifica Internet la participación cívica de los jóvenes?

-Los blogs son herramientas muy poderosas para sumar a seguidores para causas políticas. Estamos empezando a ver el potencial de estas comunidades: realmente, cambian el proceso político. Se está democratizando al acceso a la información política. Hay un viejo dicho que dice que la libertad de prensa sólo existe para la gente que puede comprar una imprenta, pero hoy cualquiera puede ejercer esa libertad a través de Internet.

-¿Por qué los chicos dan a conocer su privacidad en Internet?

-A la gente joven siempre le gustó tener un diario íntimo, compartir secretos, chusmear, pero ahora existe un nuevo ámbito. La actitud de la gente joven es diferente de la de las generaciones previas. No le molesta poner información personal en circulación masiva. También es un camino por el cual la gente joven encuentra la oportunidad de dar a conocer sus producciones. Es una experiencia que no se da muy a menudo, porque pocas veces tiene la posibilidad de hacer públicas sus ideas.

Por Silvia Bacher
Para LA NACION

20 de agosto de 2008

Aquí van unos pensamientos de Jaime Barylko, filósofo argentino que murió en el año 2002. El material es extraído del blog Tu remanso educativo: http://www.turemanso.com.ar/fuego/educacion/pensarbarylko.html

Que lo disfruten!

Enseñar a pensar

Por Jaime Barylko*
(Para La Nación)

Pensar es un acto individualista. Yo pienso, tú piensas. Un acontecimiento dentro de tu persona. Como sentir, como percibir. Solo, pero no a solas. Sócrates no concibe el pensar encerrado en su casa, en su gabinete. Se crió en la calle, en la plaza pública, y allí vuelve a encontrarse con la gente, a pensar con ellos, es decir, en discusión, en confrontación de ideas, en diálogo. Él decía que de su madre, que era partera, había aprendido el oficio del pensamiento: como la partera, cada uno puede ayudar al otro, en este diálogo, a extraer la verdad que el otro contiene dentro de sí. Sí, en efecto: el hombre más ignorante e inculto tiene dentro de sí la fuente, la posibilidad de la verdad, sólo que hay que ayudarlo a darla a luz. ¿Cómo? Dialogando con él, conduciéndolo con preguntas a la movilización de su mente hasta que, finalmente, saque afuera la verdad, esa que tenía adormilada adentro. Pensar es dar a luz. Implica esfuerzo, siembra lágrimas, pero cosecha alegrías.

Ésta es la idea básica de la educación: es función del maestro ayudar al alumno a gestar la verdad y producirla. El de afuera es el partero de la verdad del otro. Y Sócrates, en efecto, demostró cómo ello podría realizarse. Un día se encontró con el esclavo Menón, que era un total ignorante. Y dialogando con él, Sócrates le "extrajo" las verdades que corresponden a los principios de la geometría de Euclides. Así se demostraba, con este caso extremo, cómo el pensamiento no es la adopción de ideas ajenas, sino apoyarse en el exterior, en el otro, para emerger desde el interior.

Sócrates confiaba en este método, confiaba en el hombre y en su poder de pensar y alcanzar ideas correctas siempre y cuando discurriera por el camino adecuado. Méthodos, en griego, significa "camino".

Acumulación y repetición

La enseñanza, en general, se dedica a transmitir información. De la más variada: oraciones subordinadas, la gesta de San Martín, la fórmula química del agua, qué representa el personaje de Hamlet, etcétera. Todos son datos, y aprender es acumular esos datos y saber repetirlos en el momento del exámen.

Ése es el meollo de la educación formal, por más vueltas que le den a la metodología y esos contenidos se enseñen a grito pelado y autoritario o con voz dulce y música funcional y "hacé lo que mejor te parezca". El final es siempre el mismo: examen, prueba o test en los que el alumno demostrará cuán bien repite los datos asimilados.

Aunque se dice que el objetivo de la educación es enseñar a pensar, estamos muy lejos de él. Somos fuertes y ricos en materia de discurso pedagógico; en la práctica, sonriendo, y en ronda, y en éxtasis de permisividad, continuamos transmitiendo datos y exigiendo el dominio memorioso de ellos.

El tema no es argentino sino de la educación en el mundo entero, tal cual lo constata el biólogo y humanista francés Henri Laborit, que así escribe en su libro Biología y estructura: "Admitamos que se les enseña a hablar y a escribir, pero no a pensar, ciertamente, y la cátedra de filosofía no cambia en nada el asunto. La enseñanza de la filosofía, si se quiere entender por ella la de las estructuras, debería comenzar en la escuela maternal y no interrumpirse hasta las clases últimas. La clase de filosofía suele ser, con frecuencia y sobre todo, una historia de los filósofos y de las filosofías de ningún modo estructurada en el espacio-tiempo".

Un acto individual que implica a los otros

Una cosa es enseñar contenidos -qué es qué y dónde ocurrió tal hecho, quién encabezó tal revolución y qué pretendía modificar, y qué causas y circunstancias lo motivaron a actuar- y otra cosa es enseñar estructuras. Las estructuras marcan posibilidades de relación, combinación, diferencia entre los contenidos.

Pensar es estructurar, dar forma, dar significado y, sobre todo, revisar lo dado, e incluso las conclusiones del propio pensamiento, para mañana estructurarlo de otra manera, con otro enfoque. La duda y el acto de pensar son hermanos de sangre. Una vez lo demostró palmariamente Descartes, y desde entonces no se desligan.

Por tanto, aun enseñando filosofía, como se tiende a hacer ahora con niños de escuela primaria, no se garantiza que se esté estimulando el pensamiento si lo que el niño tiene que aprender es la alegoría de la caverna, de Platón, o la idea del gobierno que tenía Aristóteles.

Uno puede repetir que "lo que mata es la humedad" o que "Kafka representa el laberinto de la existencia humana en su complejidad esencial, sin salida". En ambos casos ejerce el mismo mecanismo mental: no piensa, extrae datos acumulados en la memoria y los usa en cada caso.

Es imposible prescindir de los datos y de la información, y no se piensa sino a partir de cierta cultura, de cierto cultivo interior, y a partir del conocimiento de pensamientos ajenos con los que nos afilamos en nuestro propio pensar.

Pienso solo, es cierto, en un acto individual e individualista, pero ello implica a los demás, insisto, a los otros, porque yo soy, decía Ortega y Gasset, un punto de vista indispensable sobre el universo, es cierto, pero necesitado de los demás. Pensar es copensar. Considerar. Para enseñar a pensar hay que estar pensando. "Usted piensa mientras habla", me dijo una vez un alumno, fuera de clase. Lo miré atónito, casi avergonzado: no sabía que se me notaba.

Vuelvo a Laborit para que nos quedemos pensando: "El cerebro del hombre culto del siglo XX es una reserva de juicios de valor no jerarquizados".

* El autor es decano de Humanidades de la Universidad Maimónides.

(fecha de publicación 06.10.1999)

24 de junio de 2008

Quiero compartirles algunos pensamientos de Giles Lipovetsky extraídos del excelente sitio de Rafael Robles (http://www.rafaelrobles.com)
Algunos de sus pensamientos más relevantes con respecto a la educación son:

“el papel de la escuela será primordial para aprender a situarse en la hipertrofia informativa. Uno de los grandes desafíos del siglo XXI será inventar nuevos sistemas de formación intelectual, una escuela posdisciplinal, pero también poshedonista. ” (p 92)

“la probabilidad de que los niños procedentes de las capas populares sean directivos es cada vez menor. El problema es tan grave como escandaloso: la escuela de hoy es el centro de la decepción. (p 34).


También habla sobre los blogs:

Se cuelga un blog cada segundo. los foros de debate en la red y los filocafés conocen un notable éxito. Aunque estos fenómenos sean inseparables de cierto narcisismo y de una expresividad a veces confusa, expresa el deseo de ser menos pasivos, cierta necesidad de comprender y una curiosidad aguzada. No es verdad que la sociedad de la diversión haya triturado el deseo de comprender, de aprender y reflexionar. (p 91).


Después de las “culturas de la vergüenza” y de las “culturas de la culpa”, como las que analizó Ruth Benedict, henos ahora en las culturas de la ansiedad, la frustración y el desengaño. (p 21).

Aunque la fe en Dios no desaparezca, todo indica que la religión ya no tiene la misma capacidad consoladora. (p 22).

La civilización del bienestar de masas ha hecho desaparecer la pobreza absoluta, pero ha aumentado la pobreza interior. (p 29).

No cuesta imaginar el resentimiento de los jóvenes que están inactivos durante años o que van de miniempleo en miniempleo, de cursillo en cursillo, sin acceso a la sociedad de hiperconsumo y, en definitiva, sin ganarse la propia estima. (p 31).

El sentimiento de ser parte de una nación decrece entre los jóvenes, mientras que aumentan los particularismos religiosos y localistas. La máquina de integrar, de hacer que los franceses se sientan felices de serlo, se ha averiado. (p 35).

El consumo engendra más satisfacciones que decepciones, porque es una ocasión para renovar lo cotidiano, un pequeño “acontecimiento” en la rutina de los días, capaz de “rejuvenecer”, en cierto modo, nuestra vida. (p 47)

Son innumerables las quejas acerca de los profesores, la mala calidad de la asistencia técnica en Internet, la falta de interés humano de los médicos. Es lo que ha llevado a hablar de la “paradoja de la salud”: cuanto más se eleva el nivel de salud, más decepciones y dscontentos se producen. (p 51).

Los mismos que se desinteresan olímpicamente de la política esperan de ella ventajas y beneficios: seguridad, educación, ayudas públicas, protección del ambiente, eliminación de las desigualdaders. (p 84).

Donde la Iglesia fijaba antes imperativamente el bien y el mal, hoy hay comités de ética, polémicas, debates sobre el aborto, sobre la adopción de niños por homosexuales, sobre la procreación, las manipulaciones genéticas, la eutanasia. La época está llena de conflictos de índole moral. No vivimos la decadencia de la moral, sino una pluralización de las éticas, acorde con una sociedad secularizada, democrática e individualista. (p 90).

Estoy convencido de que la creciente influencia de las ciencias deparará más bien una nueva era de las humanidades que su extinción positiva. (p 93).

28 de marzo de 2003

Hola! en este espacio iremos compartiendo algunos pensamientos propios o de otras personas. Gracias por leerlos!!!