Un lugar para pensamientos y reflexiones. Gracias por leerlos y compartirlos!!!
9 de noviembre de 2011
3 de noviembre de 2011
26 de octubre de 2011
12 de octubre de 2011
Ver capítulo 3
Una cristiana sabia escribió, "El Señor nunca obliga a realizar movimientos precipitados, complicados. Muchos acumulan sobre sí cargas que el misericordioso Padre celestial no colocó sobre ellos. Uno a otros se suceden precipitadamente los deberes que Dios nunca tuvo el propósito de que llevaran a cabo. Dios desea que comprendamos que no glorificamos su nombre cuando tomamos tantas cargas que nos hallamos oprimidos y, por haber cansado el corazón y el cerebro, nos irritamos, nos impacientamos y regañamos. Solo hemos de llevar las responsabilidades que el Señor nos da, confiando en él y manteniendo así nuestros corazones puros, dulces y llenos de simpatía" (Mensajes para los jóvenes, p. 133).
27 de septiembre de 2011
No es que mis padres no lo hayan intentado. Ellos me enviaron a escuelas cristianas y me llevaban a la iglesia cada fin de semana, pero de alguna forma la iglesia era demasiado artificial, demasiado formal, demasiado aburrida para alcanzarme. Debía asistir, así que aprendí a una temprana edad a "jugar el juego", por así decirlo. Posiblemente usted lo conoce en persona y no porque fuera un miembro de mi iglesia que pudiera haberme me observado. Muchos profesos cristianos pasan por la mímica, haciendo lo que se espera, mostrándose de alguna manera buenos en el exterior, pero sabiendo que sus corazones no están allí. Puede ser que ni siquiera puedan explicarlo, pero sucede que no suple sus verdaderas necesidades, y sin embargo continúan el juego porque, bueno, es lo que "corresponde" hacer.
¿Te ha tocado vivir esta experiencia? ¿Cómo te sentías? ¿Cómo lograste superarla?...
20 de septiembre de 2011
¿Qué opinas al respecto?, ¿de qué depende evangelizar exitósamente?
14 de septiembre de 2011
13 de septiembre de 2011
12 de septiembre de 2010
20 de diciembre de 2009
ENTREVISTA: Manuel Castells PROFESOR DE SOCIOLOGÍA
"EL PODER TIENE MIEDO DE INTERNET"
MILAGROS PÉREZ OLIVA 06/01/2008
Si alguien ha estudiado las interioridades de la sociedad de la información es el sociólogo Manuel Castells (Hellín, 1942). Su trilogía La era de la información: economía, sociedad y cultura ha sido traducida a 23 idiomas. Es uno de los primeros cerebros rescatados: volvió a España, a dirigir la investigación de la Universitat Oberta de Catalunya, en 2001, después de haber investigado e impartido clases durante 24 años en la Universidad de California, en Berkeley. Una de sus investigaciones más reciente es el Proyecto Internet Cataluña, en el que durante seis años ha analizado, mediante 15.000 entrevistas personales y 40.000 a través de la Red, los cambios que Internet introduce en la cultura y la organización social, y acaba de publicar, con Marina Subirats, Mujeres y hombres, ¿un amor imposible? (Alianza Editorial), donde aborda las consecuencias de estos cambios.
Pregunta. Esta investigación muestra que Internet no favorece el aislamiento, como muchos creen, sino que las personas que más chatean son las más sociables.
Respuesta. Sí. Para nosotros no es ninguna sorpresa. La sorpresa es que ese resultado haya sido una sorpresa. Hay por lo menos 15 estudios importantes en el mundo que dan ese mismo resultado.
P. ¿Por qué cree que la idea contraria se ha extendido con éxito?
R. Los medios de comunicación tienen mucho que ver. Todos sabemos que las malas noticias son más noticia. Usted utiliza Internet, y sus hijos, también; pero resulta más interesante creer que está lleno de terroristas, de pornografía... Pensar que es un factor de alienación resulta más interesante que decir: Internet es la extensión de su vida. Si usted es sociable, será más sociable; si no lo es, Internet le ayudará un poquito, pero no mucho. Los medios son en cierto modo la expresión de lo que piensa la sociedad: la cuestión es por qué la sociedad piensa eso.
P. ¿Por miedo a lo nuevo?
R. Exacto. Pero miedo, ¿de quién? De la vieja sociedad a la nueva, de los padres a sus hijos, de las personas que tienen el poder anclado en un mundo tecnológica, social y culturalmente antiguo, respecto de lo que se les viene encima, que no entienden ni controlan y que perciben como un peligro, y en el fondo lo es. Porque Internet es un instrumento de libertad y de autonomía, cuando el poder siempre ha estado basado en el control de las personas, mediante el de información y comunicación. Pero esto se acaba. Porque Internet no se puede controlar.
P. Vivimos en una sociedad en la que la gestión de la visibilidad en la esfera pública mediática, como la define John J. Thompson, se ha convertido en la principal preocupación de cualquier institución, empresa u organismo. Pero el control de la imagen pública requiere medios que sean controlables, y si Internet no lo es...
R. No lo es, y eso explica por qué los poderes tienen miedo de Internet. Yo he estado en no sé cuántas comisiones asesoras de gobiernos e instituciones internacionales en los últimos 15 años, y la primera pregunta que los gobiernos hacen siempre es: ¿cómo podemos controlar Internet? La respuesta es siempre la misma: no se puede. Puede haber vigilancia, pero no control.
P. Si Internet es tan determinante de la vida social y económica, ¿su acceso puede ser el principal factor de exclusión?
R. No, el más importante seguirá siendo el acceso al trabajo y a la carrera profesional, y antes el nivel educativo, porque, sin educación, la tecnología no sirve para nada. En España, la llamada brecha digital es por cuestión de edad. Los datos están muy claros: entre los mayores de 55 años, sólo el 9% son usuarios de Internet, pero entre los menores de 25 años, son el 90%.
P. ¿Es, pues, sólo una cuestión de tiempo?
R. Cuando mi generación haya desaparecido, no habrá brecha digital en el acceso. Ahora bien, en la sociedad de Internet, lo complicado no es saber navegar, sino saber dónde ir, dónde buscar lo que se quiere encontrar y qué hacer con lo que se encuentra. Y esto requiere educación. En realidad, Internet amplifica la más vieja brecha social de la historia, que es el nivel de educación. Que un 55% de los adultos no haya completado en España la educación secundaria, ésa es la verdadera brecha digital.
P. En esta sociedad que tiende a ser tan líquida, en expresión de Zygmunt Bauman, en que todo cambia constantemente, y que cada vez está más globalizada, ¿puede aumentar la sensación de inseguridad, de que el mundo se mueve bajo nuestros pies?
R. Hay una nueva sociedad que yo he intentado definir teóricamente con el concepto de sociedad-red, y que no está muy lejos de la que define Bauman. Yo creo que, más que líquida, es una sociedad en que todo está articulado de forma transversal y hay menos control de las instituciones tradicionales.
P. ¿En qué sentido?
R. Se extiende la idea de que las instituciones centrales de la sociedad, el Estado y la familia tradicional, ya no funcionan. Entonces se nos mueve todo el suelo a la vez. Primero, la gente piensa que sus gobiernos no la representan y no son fiables. Empezamos, pues, mal. Segundo, piensan que el mercado les va bien a los que ganan y mal a los que pierden. Como la mayoría pierde, hay una desconfianza hacia lo que la lógica pura y dura del mercado le pueda proporcionar a la gente. Tercero, estamos globalizados; esto quiere decir que nuestro dinero está en algún flujo global que no controlamos, que la población se ve sometida a unas presiones migratorias muy fuertes, de modo que cada vez es más difícil encerrar a la gente en una cultura o en unas fronteras nacionales.
P. ¿Qué papel desempeña Internet en este proceso?
R. Por un lado, al permitirnos acceder a toda la información, aumenta la incertidumbre, pero al mismo tiempo es un instrumento clave para la autonomía de las personas, y esto es algo que hemos demostrado por primera vez en nuestra investigación. Cuanto más autónoma es una persona, más utiliza Internet. En nuestro trabajo hemos definido seis dimensiones de autonomía, y hemos comprobado que cuando una persona tiene un fuerte proyecto de autonomía, en cualquiera de esas dimensiones, utiliza Internet con mucha más frecuencia e intensidad. Y el uso de Internet refuerza a la vez su autonomía. Pero, claro, cuanto más controla una persona su vida, menos se fía de las instituciones.
P. Y mayor puede ser su frustración por la distancia que hay entre las posibilidades teóricas de participación y las que ejercen en la práctica, que se limitan a votar cada cuatro años, ¿no cree?
R. Sí, hay un desfase enorme entre la capacidad tecnológica y la cultura política. Muchos municipios han puesto puntos Wi-Fi de acceso, pero si al mismo tiempo no son capaces de articular un sistema de participación, sirven para que la gente organice mejor sus propias redes, pero no para participar en la vida pública. El problema es que el sistema político no está abierto a la participación, al diálogo constante con los ciudadanos, a la cultura de la autonomía, y, por tanto, estas tecnologías lo que hacen es distanciar todavía más la política de la ciudadanía.
24 de noviembre de 2009
Muchas personas quieren un mundo mejor… Mejor para qué o para quienes? seguramente tú, como cualquier persona normal, puedes percibir que este mundo actual no es el mejor de los mundos posibles como alguien afirma por ahí… Un mundo mejor evidentemente implicaría varios cambios sustanciales, pero… no puedo evitar preguntarte y preguntarme, ¿por qué deseamos un mundo mejor?
Es interesante escuchar las razones de la gente cuando intenta responder esta pregunta. Palabras más palabras menos argumentan: Bueno, un nuevo mundo (léase nueva tierra para los creyentes) sería fantástico porque ya no habría sufrimiento, ni muerte, ni dolor, ni ricos (aquellos que tienen más que yo obviamente), ni pobres (aquellos que siempre me están pidiendo algo), ni ladrones, ni policía, ni políticos, ni abusadores, ni negros (o blancos, tachar lo que no corresponda), ni… mis vecinos o semejantes, en fin. Un mundo ideal sería aquel en que la paz y el bienestar me rodean constantemente dándome calidez y seguridad. Pero en el fondo de la cuestión lo preocupante es que en cada una de estas razones, lo que estamos diciendo es que buscamos un mundo en donde YO esté mejor, donde YO sea feliz, donde YO no tenga que encontrarme con la gente que detesto… ¿se entiende? Lo paradójico de esto es que si todavía no tenemos ese mundo anhelado probablemente se deba a que desear un mundo donde se evite todo aquello que me incomoda es la peor de las motivaciones.
Pero más acuciante aún es la pregunta: ¿cambiará alguna vez este mundo? Me parece que sí. Pero te admito que en este momento sentado frente a mi computadora no puedo precisar con seguridad cuándo sucederá…
Sin embargo es inevitable especular en las posibilidades actuales de un cambio en el mundo...
Quizás pensamos en un mundo pacífico?… malas noticias, nunca ha existido, es más parece que los tiempos de guerra han sido abrumadoramente mayores. La historia está llena de relatos donde unos matan a otros (los quitan del mundo) simplemente porque no piensan igual que ellos o no aceptan sus prerrogativas, lo cual en esta vida, parece ser razón suficiente para tomar represalias contra otro ser humano.
Un mundo de felicidad? Bien, es un buen slogan para las fiestas de fin de año, pero mientras haya niños que se acuestan con hambre es imposible…
Un mundo de igualdad de oportunidades? es una utopía… que yo pueda escribir y tú leerme ya nos sitúa en una posición privilegiada con respecto a millones, sí; millones de otros seres humanos contemporáneos que no tienen acceso a una computadora y menos a Internet.
Pero hay esperanza, las profecías apocalípticas aseguran que habrá cambios y lo creo. Fundamentalmente porque son concluyentes, aseguran que cambiará el mundo real (que en rigor de verdad no es lo más importante) pero además cambiará el mundo interior de las personas, ésa es la diferencia…
4 de noviembre de 2009
Si la vida no es fácil, quizá se deba a que el mundo, donde se desarrolla la vida es difícil. El mundo transcurre en el tiempo. La vida es tiempo. El mundo constituye un elemento intrínseco a la vida, a mi vida. Entonces podríamos decir que tenemos un mundo y una vida, pero más estrictamente, el mundo de mi vida que se desarrolla en el tiempo. Hay millones de mundos, tantos como personas vivientes. Pero asombrosamente estamos perdiendo nuestro mundo (mundo interior, donde nuestros sueños y anhelos perviven) o peor aún, lo estamos vendiendo, por poca cosa, porque nadie nos dijo cuánto era su valor, y esto para poder adquirir… ¡otro mundo! Queremos vivir el mundo de otro, será por eso el impacto escalofriante de los reality shows? Y al estar sin mundo adoptamos el mundo de otros, nos identificamos con otros mundos y estos mundos nos invaden y destruyen no solamente nuestro mundo sino nuestro tiempo, nuestra vida. Pasamos a vivir vidas prestadas lo cual equivale a sobrevivir sin mundo, sin mundo interior, sin lugar, y el tiempo pasa... inexorable.
El tiempo se mueve hacia la nada y arrastra nuestra existencia con él, y solamente nos quedan dos opciones: no hacer nada y caminar resignadamente al ocaso de nuestra vida y al final de nuestro tiempo, o bien reaccionar ante lo inexorable y morir peleando por la utopía. Y esto es lo que nos hace diferentes. Porque cuando dejamos de preocuparnos por cultivar nuestro mundo interior y sabido es que un mundo descuidado, se deteriora, se degrada, se pudre… entonces se vuelve inhabitable y somos inmundos. Y lo inmundo está fuera del mundo, inerte, muerto… Sin embargo, “no todo está perdido” dice Fito Páez desde su canción, porque afortunadamente Alguien descendió para dar vida al mundo… pero ¿a qué mundo? Jesús lo dijo claramente cuando llamó a los “iluminados” de su época sepulcros blanqueados. Debido a que por fuera lucen hermosos pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de podredumbre (Mt. 23:27). La buena nueva es que así como los árboles renacen en cada primavera, nuestro mundo interior puede recibir vida nuevamente.
Naturalmente, hay un mundo allá afuera, pero tu vida interior es más relevante porque tu mundo interno reconfigura la forma en que te relacionas con todo aquello que está fuera de ti. De modo que no existen dos mundos separados como sostenía la filosofía antigua. Esto es, un mundo de las ideas (mente, corazón, etc.) y un mundo real, concreto y tangible. Hay un solo mundo así como una sola vida y un solo tiempo. Si tu mundo interior está recreado el mundo exterior se regenerará solo. Si no somos capaces de cuidar el mundo exterior, (piensa en la basura que tiramos descuidadamente y que daña el mundo) es porque de alguna forma nuestro mundo interior es un basural… basura adentro, basura afuera, damos lo que tenemos. Pareciera entonces que hay un mundo que salvar, tal vez no hemos sabido hacerlo… pero es necesario recuperar el mundo interno, descubrir que hay vida interna y que es posible un mundo mejor… (aunque para ello sea necesario esperar una nueva tierra) que si estamos en este mundo es porque todavía hay tiempo para creer en las utopías y manifestarlo en tu vida cotidiana.
Jorge Trisca
18 de septiembre de 2009
Decía Scott Peck “la vida no es fácil” y yo añadiría, “tampoco es fácil, vivir” o coincidiendo con Barylko lo dificultoso es “saber vivir”. El punto es que a veces la vida se nos escurre de las manos y tal vez ni siquiera nos hemos dado cuenta que tenemos vida, que extraño!!! La paradoja de la existencia humana: vivir sin vivir…
Estamos viviendo y a la vez no vivimos, porque a veces quedamos anclados en el pasado re-viviendo acontecimientos que ya no están y otras nos des-vivimos esperando en el futuro. Quizás nuestro mayor problema consiste en que no sabemos bien, qué hacer con nuestra vidas. Debido a esto o quizás como consecuencia de ello, es que puedes ver a multitudes de jóvenes descomprometiéndose de sus responsabilidades para consigo mismos y copian alegremente estilos de vida prestados de algún deportista, cantante famoso o famosa a tal punto que se “des – viven” por ser como ellos.
Considero que la mayoría de la gente tiene el mismo problema: cómo vivir o qué hacer con esto que llamamos “vida”. En pocas palabras, todos recibimos la vida pero en muchos casos no llegamos a comprender cuál sea exactamente la función de la misma. No llegamos a captar plenamente lo que implica darle sentido a nuestra vida. Es más, Carl Jung asegura que el no tener un sentido para la vida pareciera ser la neurosis de nuestro tiempo. Kushner señala que nos revelamos al proceso biológico de nacer, crecer, reproducirse y morir. De alguna manera creemos que tiene que haber algo más…
Tengo la impresión de que muchas de nuestras adicciones tienen que ver con embotar nuestras mentes para no confrontarnos con la triste realidad de que no sabemos para qué vivimos. Encontrar una razón para vivir, en eso consiste aparentemente la vida. Víktor Frankl reconocía que él sobrevivió a los campos de concentración nazi porque se había propuesto escribir un libro y eso lo mantuvo con vida a pesar de las crueldades sobrehumanas a la que fue expuesto junto a otras personas. De alguna manera, que tengas un sentido para vivir te hace fuerte para sobrellevar las desgracias de la vida (aunque suene a ironía).
Por otra parte, cuando Jesús habla de que Él es la vida, está estableciendo una nueva perspectiva. La vida se centra no en sí misma como un elemento que nos trasciende, sino en otra u otras personas. Sabemos que estamos vivos porque los otros nos los dicen de muchos modos. Pero no cualquier otro sino aquel que nos ama… Esa es la clave, vivir es amar, si has perdido la capacidad de amar, estás muerto… Si amas es porque tienes alguien a quien amar y curiosamente ese alguien sabe que vives… para él o ella.
Jorge Trisca
28 de agosto de 2009
Conmovió a 2500 ejecutivos en ExpoManagement con una recomendación: apoyarse en la familia
16 de abril de 2009
Miércoles 8 de agosto de 2007 | Publicado en edición impresa
Intelectuales del mundo
"Los jóvenes saben más que sus maestros"
Nicholas Burbules habla de la tecnología en el aula

El desafío de los educadores, resume, es tomar esa creatividad y usarla para sus propuestas.
Provocador, este profesor del Departamento de Estudios sobre Política Educacional de la Universidad de Illinois, Estados Unidos, se preguntó, durante su reciente visita a la Argentina, si tiene sentido comprar miles de computadoras para las escuelas, cuando la tecnología que eligen los jóvenes es la de los celulares. Sostiene que allí hay un "potencial educativo que no está siendo utilizado." En diálogo con LA NACION, Burbules reflexiona acerca de los riesgos y las oportunidades de un mundo en el que la tecnología marca los nuevos modos de enseñar, de aprender, de participar, de hacer política. Describe a la tecnología como ubicua. "Se encuentra en todas partes: tiendas, colegios, bibliotecas, casas; siempre está con la gente." Afirma que necesitamos entender la curiosidad de la gente joven y ayudarla a comprender sus elecciones y las consecuencias que ellas tienen.
Burbules es autor de numerosas obras, que son bibliografía de referencia para los estudiosos de estos temas. Entre ellas se destaca Educación: riesgos y promesas de las tecnologías de la información (en colaboración con Thomas Callister).
-¿Cuáles son los riesgos a los que nos exponen las nuevas tecnologías de la comunicación?
-Estamos sometidos a un sistema de vigilancia cada vez mayor. Muchos jóvenes utilizan Internet para subir información personal. Posiblemente, no piensan en lo que puede suceder años después. Es riesgoso. Hay mucha gente que está todo el tiempo buscando esa información en la Web. Es común en Estados Unidos que, cuando una persona se postula para un trabajo o para ingresar en la universidad, los responsables de definir su ingreso googleen su nombre buscando los antecedentes y utilicen esa información para tomar la decisión. Es información pública y piensan que tienen derecho a utilizarla, pero tal vez fue puesta en la Red varios años atrás.
-Si subir información a la Web es un riesgo, ¿cómo deberíamos manejarnos?
-Los riesgos y las promesas siempre van de la mano. En la clase tradicional, las actividades son vistas por dos personas: el alumno, que las hace, y el profesor, que las lee, las califica y las devuelve. Y eso es todo. Pero ahora los alumnos hacen cosas que pueden ser publicadas y vistas por miles de personas. Es una manera muy diferente de pensar. Si los profesores miden la cantidad de horas que los jóvenes pasan trabajando en sus blogs , deberían pensar: "Si yo pudiera conseguir esa energía y ponerla en una actividad de aprendizaje..."
-¿Se están formando docentes capaces de introducir las nuevas tecnologías?
-Estamos en un momento histórico único, en el que los alumnos saben más que los docentes. Entonces, el profesor tiene que establecer una nueva manera de relacionarse, porque el alumno puede ayudarlo a enseñar. Si los profesores prestan atención, pueden entender lo que al estudiante le interesa y comprender lo que está haciendo. La tecnología debe ser simplemente una parte de la tarea de enseñar. Si esto sucede, los docentes no se van a preguntar cómo deben utilizar una computadora. Simplemente interactuarán con su área de conocimiento.
-¿Conoce el proyecto OLPC, One Laptop Per Child, promovido por Nicholas Negroponte, que impulsa el Ministerio de Educación de la Argentina?
-No sé mucho acerca del proyecto, pero si uno va a invertir un millón de dólares para comprar computadoras debe preguntarse si ésa es la mejor manera de gastar el dinero. El verdadero desafío para los educadores es pensar dónde están y hacia dónde se dirigen los jóvenes. Porque nosotros los estamos siguiendo a ellos. El otro día me enteré de que en Estados Unidos muchos jóvenes consideran el correo electrónico una tecnología vieja. No lo usan más: usan mensajes de texto instantáneos. ¿Hacia dónde se dirigen los jóvenes? Lo que sabemos es que lo que ellos tienen en el bolsillo es un celular . Tal vez antes de gastar dinero deberíamos preguntarnos si no deberíamos usar esa tecnología.
-Los estudiantes de Santiago, Chile, organizaron una revuelta pocos meses atrás utilizando blogs y mensajes de texto.
-Justamente, ésta es la cuestión. Un teléfono celular no es simplemente un teléfono celular. Es útil para enviar mensajes de texto, es una cámara, un video, un grabador, reproduce música. Entonces hay que pensar en todos los usos que para la educación podrían existir a través de esta tecnología, que es mucho más barata que una laptop y que los chicos ya tienen.
-¿Será el celular la tecnología que marque la evolución de la lengua escrita, a través de los mensajes de texto?
-No lo sé. En general, la gente distingue cómo habla o escribe según el contexto. Puede suceder que para mandar mensajes de texto utilice un código, pero cuando escribe para postularse para un trabajo usa una lengua formal. Para mí lo más interesante de los mensajes de texto es que es un lenguaje totalmente inventado. Cuando las compañías desarrollaron los teléfonos celulares, discutían si iban a desarrollar la capacidad de mandar mensajes de texto a través del teléfono celular. Se preguntaban para qué mandar a alguien un mensaje de texto cuando uno tiene el aparato en su mano y podría simplemente hablar. Las cosas no funcionaron así. Los jóvenes son los líderes. Ellos están inventando este lenguaje. Hay una lección ahí para los educadores acerca de la creatividad de la inteligencia colectiva de la gente joven.
-¿Qué sugerencias daría a los padres para evitar que los jóvenes se expusieran a los riesgos de Internet?
-La mayoría de los padres se sienten confundidos, amenazados porque no saben qué están haciendo los chicos. Una de las respuestas de los adultos es la prohibición, usar un filtro, desenchufar la computadora. Pero no hay ninguna medida para prevenir que la gente joven use esta tecnología. Lo que necesitamos es entender la curiosidad de la gente joven, ayudarla a comprender sus elecciones y las consecuencias de sus decisiones. Las soluciones son educativas, no técnicas.
-¿Cómo modifica Internet la participación cívica de los jóvenes?
-Los blogs son herramientas muy poderosas para sumar a seguidores para causas políticas. Estamos empezando a ver el potencial de estas comunidades: realmente, cambian el proceso político. Se está democratizando al acceso a la información política. Hay un viejo dicho que dice que la libertad de prensa sólo existe para la gente que puede comprar una imprenta, pero hoy cualquiera puede ejercer esa libertad a través de Internet.
-¿Por qué los chicos dan a conocer su privacidad en Internet?
-A la gente joven siempre le gustó tener un diario íntimo, compartir secretos, chusmear, pero ahora existe un nuevo ámbito. La actitud de la gente joven es diferente de la de las generaciones previas. No le molesta poner información personal en circulación masiva. También es un camino por el cual la gente joven encuentra la oportunidad de dar a conocer sus producciones. Es una experiencia que no se da muy a menudo, porque pocas veces tiene la posibilidad de hacer públicas sus ideas.
Por Silvia BacherPara LA NACION
20 de agosto de 2008
Que lo disfruten!
Enseñar a pensar
Por Jaime Barylko*
(Para La Nación)
Pensar es un acto individualista. Yo pienso, tú piensas. Un acontecimiento dentro de tu persona. Como sentir, como percibir. Solo, pero no a solas. Sócrates no concibe el pensar encerrado en su casa, en su gabinete. Se crió en la calle, en la plaza pública, y allí vuelve a encontrarse con la gente, a pensar con ellos, es decir, en discusión, en confrontación de ideas, en diálogo. Él decía que de su madre, que era partera, había aprendido el oficio del pensamiento: como la partera, cada uno puede ayudar al otro, en este diálogo, a extraer la verdad que el otro contiene dentro de sí. Sí, en efecto: el hombre más ignorante e inculto tiene dentro de sí la fuente, la posibilidad de la verdad, sólo que hay que ayudarlo a darla a luz. ¿Cómo? Dialogando con él, conduciéndolo con preguntas a la movilización de su mente hasta que, finalmente, saque afuera la verdad, esa que tenía adormilada adentro. Pensar es dar a luz. Implica esfuerzo, siembra lágrimas, pero cosecha alegrías.
Ésta es la idea básica de la educación: es función del maestro ayudar al alumno a gestar la verdad y producirla. El de afuera es el partero de la verdad del otro. Y Sócrates, en efecto, demostró cómo ello podría realizarse. Un día se encontró con el esclavo Menón, que era un total ignorante. Y dialogando con él, Sócrates le "extrajo" las verdades que corresponden a los principios de la geometría de Euclides. Así se demostraba, con este caso extremo, cómo el pensamiento no es la adopción de ideas ajenas, sino apoyarse en el exterior, en el otro, para emerger desde el interior.
Sócrates confiaba en este método, confiaba en el hombre y en su poder de pensar y alcanzar ideas correctas siempre y cuando discurriera por el camino adecuado. Méthodos, en griego, significa "camino".
Acumulación y repetición
La enseñanza, en general, se dedica a transmitir información. De la más variada: oraciones subordinadas, la gesta de San Martín, la fórmula química del agua, qué representa el personaje de Hamlet, etcétera. Todos son datos, y aprender es acumular esos datos y saber repetirlos en el momento del exámen.
Ése es el meollo de la educación formal, por más vueltas que le den a la metodología y esos contenidos se enseñen a grito pelado y autoritario o con voz dulce y música funcional y "hacé lo que mejor te parezca". El final es siempre el mismo: examen, prueba o test en los que el alumno demostrará cuán bien repite los datos asimilados.
Aunque se dice que el objetivo de la educación es enseñar a pensar, estamos muy lejos de él. Somos fuertes y ricos en materia de discurso pedagógico; en la práctica, sonriendo, y en ronda, y en éxtasis de permisividad, continuamos transmitiendo datos y exigiendo el dominio memorioso de ellos.
El tema no es argentino sino de la educación en el mundo entero, tal cual lo constata el biólogo y humanista francés Henri Laborit, que así escribe en su libro Biología y estructura: "Admitamos que se les enseña a hablar y a escribir, pero no a pensar, ciertamente, y la cátedra de filosofía no cambia en nada el asunto. La enseñanza de la filosofía, si se quiere entender por ella la de las estructuras, debería comenzar en la escuela maternal y no interrumpirse hasta las clases últimas. La clase de filosofía suele ser, con frecuencia y sobre todo, una historia de los filósofos y de las filosofías de ningún modo estructurada en el espacio-tiempo".
Un acto individual que implica a los otros
Una cosa es enseñar contenidos -qué es qué y dónde ocurrió tal hecho, quién encabezó tal revolución y qué pretendía modificar, y qué causas y circunstancias lo motivaron a actuar- y otra cosa es enseñar estructuras. Las estructuras marcan posibilidades de relación, combinación, diferencia entre los contenidos.
Pensar es estructurar, dar forma, dar significado y, sobre todo, revisar lo dado, e incluso las conclusiones del propio pensamiento, para mañana estructurarlo de otra manera, con otro enfoque. La duda y el acto de pensar son hermanos de sangre. Una vez lo demostró palmariamente Descartes, y desde entonces no se desligan.
Por tanto, aun enseñando filosofía, como se tiende a hacer ahora con niños de escuela primaria, no se garantiza que se esté estimulando el pensamiento si lo que el niño tiene que aprender es la alegoría de la caverna, de Platón, o la idea del gobierno que tenía Aristóteles.
Uno puede repetir que "lo que mata es la humedad" o que "Kafka representa el laberinto de la existencia humana en su complejidad esencial, sin salida". En ambos casos ejerce el mismo mecanismo mental: no piensa, extrae datos acumulados en la memoria y los usa en cada caso.
Es imposible prescindir de los datos y de la información, y no se piensa sino a partir de cierta cultura, de cierto cultivo interior, y a partir del conocimiento de pensamientos ajenos con los que nos afilamos en nuestro propio pensar.
Pienso solo, es cierto, en un acto individual e individualista, pero ello implica a los demás, insisto, a los otros, porque yo soy, decía Ortega y Gasset, un punto de vista indispensable sobre el universo, es cierto, pero necesitado de los demás. Pensar es copensar. Considerar. Para enseñar a pensar hay que estar pensando. "Usted piensa mientras habla", me dijo una vez un alumno, fuera de clase. Lo miré atónito, casi avergonzado: no sabía que se me notaba.
Vuelvo a Laborit para que nos quedemos pensando: "El cerebro del hombre culto del siglo XX es una reserva de juicios de valor no jerarquizados".
* El autor es decano de Humanidades de la Universidad Maimónides.
(fecha de publicación 06.10.1999)
24 de junio de 2008

“el papel de la escuela será primordial para aprender a situarse en la hipertrofia informativa. Uno de los grandes desafíos del siglo XXI será inventar nuevos sistemas de formación intelectual, una escuela posdisciplinal, pero también poshedonista. ” (p 92)
“la probabilidad de que los niños procedentes de las capas populares sean directivos es cada vez menor. El problema es tan grave como escandaloso: la escuela de hoy es el centro de la decepción. (p 34).
También habla sobre los blogs:
Se cuelga un blog cada segundo. los foros de debate en la red y los filocafés conocen un notable éxito. Aunque estos fenómenos sean inseparables de cierto narcisismo y de una expresividad a veces confusa, expresa el deseo de ser menos pasivos, cierta necesidad de comprender y una curiosidad aguzada. No es verdad que la sociedad de la diversión haya triturado el deseo de comprender, de aprender y reflexionar. (p 91).
Después de las “culturas de la vergüenza” y de las “culturas de la culpa”, como las que analizó Ruth Benedict, henos ahora en las culturas de la ansiedad, la frustración y el desengaño. (p 21).
Aunque la fe en Dios no desaparezca, todo indica que la religión ya no tiene la misma capacidad consoladora. (p 22).
La civilización del bienestar de masas ha hecho desaparecer la pobreza absoluta, pero ha aumentado la pobreza interior. (p 29).
No cuesta imaginar el resentimiento de los jóvenes que están inactivos durante años o que van de miniempleo en miniempleo, de cursillo en cursillo, sin acceso a la sociedad de hiperconsumo y, en definitiva, sin ganarse la propia estima. (p 31).
El sentimiento de ser parte de una nación decrece entre los jóvenes, mientras que aumentan los particularismos religiosos y localistas. La máquina de integrar, de hacer que los franceses se sientan felices de serlo, se ha averiado. (p 35).
El consumo engendra más satisfacciones que decepciones, porque es una ocasión para renovar lo cotidiano, un pequeño “acontecimiento” en la rutina de los días, capaz de “rejuvenecer”, en cierto modo, nuestra vida. (p 47)
Son innumerables las quejas acerca de los profesores, la mala calidad de la asistencia técnica en Internet, la falta de interés humano de los médicos. Es lo que ha llevado a hablar de la “paradoja de la salud”: cuanto más se eleva el nivel de salud, más decepciones y dscontentos se producen. (p 51).
Los mismos que se desinteresan olímpicamente de la política esperan de ella ventajas y beneficios: seguridad, educación, ayudas públicas, protección del ambiente, eliminación de las desigualdaders. (p 84).
Donde la Iglesia fijaba antes imperativamente el bien y el mal, hoy hay comités de ética, polémicas, debates sobre el aborto, sobre la adopción de niños por homosexuales, sobre la procreación, las manipulaciones genéticas, la eutanasia. La época está llena de conflictos de índole moral. No vivimos la decadencia de la moral, sino una pluralización de las éticas, acorde con una sociedad secularizada, democrática e individualista. (p 90).
Estoy convencido de que la creciente influencia de las ciencias deparará más bien una nueva era de las humanidades que su extinción positiva. (p 93).